Mi nombre es Lidia y tengo EPILEPSIA. Sí, lo escribo con letra mayúscula porque durante muchos años sólo lo sabían la familia y los amigos muy cercanos.
Cuando tenía 17 años tuve meningitis y como efecto secundario me quedó una lesión en el cerebro. Me medicar un par de años y parecía que todo estaba bien pero a los 23, en mis preparativos de boda, tuve una crisis de epilepsia y desde entonces me medico.
Tuve un trabajo estable que ya conocían la enfermedad ya que a medida que me hacía mayor, las
crisis eran más a menudo pero el trabajo sólo me pasó 2 veces. Ya podía cambiar de medicación, que mi epilepsia era fármaco resistente.
Pero la empresa cerró cuando yo tenía 35 y entonces comenzó la odisea para mí y los de casa ya que trabajo nuevo que empezaba, al cabo de unos días salía con ambulancia y yo me inventaba historias de descargas de azúcar o lo que fuera menos la verdad para que me
renovaran el contrato pero igualmente esto no pasaba.
Hasta que hace dos años decidí que ya estaba bien de mentir, pedí una discapacidad e ir de cara, que quien me contratase ya supiera lo que había.
Hace un año que trabajo sin haberme de esconder o de desear que no pase, que no pase, que ya viene y de rezar a Dios, Buda o a quien sea para que la epilepsia no parezca … y muy contenta. La verdad es que no he tenido ninguna crisis aguda en este trabajo, sólo ausencias y
quizás es porque no sufro.
Gracias a la asociación que hace pocos días que he descubierto.

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